sábado, 4 de febrero de 2012

Los paisajes

Un paisaje es una extensión de terreno que se ve desde un lugar. Podemos encontrar tanto elementos naturales como artificiales.
Según su morfología y situación, podemos encontrar paisajes de costa, de llanura interior, de montaña y desiertos.
Llamamos costa a la extensión de tierra que se encuentra junto al mar. Si hay un núcleo urbano junto a la costa, lo más probable es que podamos encontrar puertos de mar y faros.
Podemos distinguir entre playa y acantilado. La playa es cuando la tierra y el agua están al mismo nivel y el acantilado se produce cuando la costa está elevada varios metros sobre el mar.
La llanura interior es una extensión de terreno llano alejada del mar. Suele haber ríos con agua abundante, lo que propicia la aparición de cultivos. Las carreteras que unen los núcleos urbanos suelen ser largas y rectas, sin apenas curvas, y los pueblos y ciudades suelen tener un gran tamaño al vivir un gran número de personas en ellos.
En los paisajes montañosos encontramos montañas, ríos y zonas boscosas. Cuando las montañas aparecen unas junto a otras forman cordilleras, que llamamos sierras. En una montaña podemos distinguir tres zonas, la base, que está abajo, la falda, que está en medio y la cima, que es la parte de arriba. Casi todos los ríos nacen en las montañas bajando hacia el mar, en su camino pueden unírseles otros ríos más pequeños, llamados afluentes, que incrementan la cantidad de agua que lleva. Si hay núcleos urbanos en la montaña, suelen ser pequeños y con pocos habitantes.
Se llama desierto a la zona terrestre en la que no llueve casi nunca y cuyo terreno no favorece la vida, siendo ésta muy escasa. Podemos encontrar varios tipos de desierto, pero vamos a centrarnos en dos: el desierto de arena y el desierto de hielo.
El desierto de arena es el más conocido por todos. Es una gran extensión en la que la arena lo cubre todo, formando grandes dunas creadas por el viento al arrastrar los pequeños granos. Las poblaciones son nómadas, van de un lugar a otro, o estables en los oasis que pueda haber.
El desierto de hielo lo podemos encontrar en los polos, Groenlandia e Islandia. Todo o casi todo el terreno está cubierto o formado de hielo. Es un ambiente muy hostil, por lo que hay muy pocos habitantes y muy repartidos en núcleos pequeños.

domingo, 15 de enero de 2012

El Aire

El aire es un fluido formado por un conjunto de gases, como el oxígeno (O2) que necesitamos para vivir, el nitrógeno (N), dióxido de carbono (CO2), Hidrógeno (H), vapor de agua y otros gases nobles.

Ocupa un espacio, pero podemos comprimirlo para que ocupe menos, lo que es muy útil para meterlo en bombonas y poder respirar bajo el agua o en el espacio, además de ayudar a las personas que tienen problemas para respirar. 

La temperatura influye mucho, ya que el aire caliente ocupa más espacio que el frío.

El aire cubre toda la superficie de la Tierra formando la atmósfera. No está quieto, sino que se mueve, entre otras razones, por las diferencias de temperatura, ya que el aire caliente tiende a elevarse, mientras que el aire frío baja, y cuando el aire caliente sube, deja un espacio vacío que debe llenarse... ¡con más aire! Así se provoca el movimiento que da lugar al viento.

Para conocer la dirección en la que sopla el viento, usamos una veleta, que nos señala hacia dónde va. Las hay de muchos tipos, seguro que te suena ésta...
 
Y si lo que queremos es saber la velocidad del viento usamos el anemómetro, que nos dirá cómo de rápido se mueve, midiéndolo en Kilómetros por hora. Además, según la velocidad que tenga (si es más fuerte o más débil), distinguimos varios tipos de viento, por ejemplo, según la escala de Beaufort, hasta los 49 Km/h se llama brisa (¡aunque a esa velocidad ya es bastante molesto!) y a partir de los 118 Km/h se denomina huracán (¡ha habido huracanes de hasta 372 Km/h!).

Es importante mantener limpio el aire que respiramos, para ello debemos procurar no enviar a la atmósfera grandes cantidades de gases contaminantes como los de los vehículos, fábricas, etc.

sábado, 31 de diciembre de 2011

¡FELIZ AÑO NUEVO!

¡Hola a todo el mundo!

¿Cómo van las fiestas? Espero que estéis disfrutando de este descansito y pasando mucho tiempo en familia, con risas, juegos, alguna trastada y echando una mano todos para facilitar las tareas.

No quería dejar pasar esta oportunidad para desearos a todos un Feliz 2012, con la esperanza y el deseo de que en esta nueva etapa que comenzamos encontremos las oportunidades necesarias para mejorar y ser felices y la valentía suficiente para no dejar escapar esas oportunidades.

Un saludo a todos y... ¡Feliz entrada de año!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Un saludo de nuevo... con novedades

¡Hola de nuevo!

Tras un largo parón por problemas con la conexión, volvemos con nuevos contenidos y una nueva página añadida.

Los contenidos son los referidos al tema que estamos trabajando: Los alimentos.

Y en la página nueva, que podéis consultar junto a la de Tutorías, os proponemos una serie de Actividades para trabajar en casa con vuestros hijos e hijas, la mayoría de una manera lúdica, que es como mejor se aprende.

Sin más, os envío un cordial saludo agradeciendo vuestra atención e interés.

LOS ALIMENTOS

Llamamos alimento a todo aquello que consumimos para que nuestro cuerpo siga funcionando gracias a que nos aportan la materia y energía que necesitamos.

Podemos distinguir varios grupos de alimentos según los clasifiquemos por su origen,  por la acción que ejercemos sobre ellos antes de consumirlos o por lo que nos aportan.

  • Según su origen diferenciamos tres grupos alimenticios:
    • De origen animal: carne, huevos, leche, aceites animales...
    • De origen vegetal: aceite vegetal, frutas, verduras y hortalizas, azúcar...
    • De origen mineral: agua, sal...

  • Según los hayamos manipulado o no antes de consumirlos tenemos:
    • Alimentos naturales: que los encontramos tal cual en la naturaleza, como las frutas, verduras, huevos... suelen durar poco tiempo.
    • Alimentos elaborados: en los que hemos ejercido nuestra acción, como los quesos, embutidos, panes... duran más tiempo comestibles que los alimentos naturales.

  • Según la sustancia que nos aportan dividimos los alimentos en los siguientes grupos:
    • Cereales, pan, pasta, patatas y azúcar: tienen carbohidratos de los que extraemos energía para usarla con rapidez.
    • Aceites, mantequillas y tocino: nos proporcionan grasas que nos sirven, por un lado, para proteger nuestros órganos internos y, por otro, como una reserva de energía de alto poder (por eso se almacenan para “situaciones de emergencia”)
    • Lácteos (leche, queso, yogur): que nos aportan las proteínas necesarias para el crecimiento muscular y calcio para el desarrollo y fortalecimiento de los huesos.
    • Carnes, pescados, huevos y legumbres: también proporcionan las proteínas y minerales necesarios para el crecimiento.
    • Verduras: aportan vitaminas, que nos ayudan a estar sanos y fibras vegetales para mejorar la digestión.
    • Frutas: igual que las verduras, de ellas obtenemos vitaminas, además de azúcares y minerales.

Así pues, vemos que debemos ingerir alimentos de todos los grupos para llevar una dieta sana y equilibrada, cuidando además la cantidad recomendada de cada uno, para esto último podemos ver la pirámide de los alimentos que tenemos a continuación:


En la base de la pirámide están los alimentos que debemos consumir a diario (como agua, pastas y cereales, frutas y verduras...) y conforme subimos en la pirámide, nos encontramos con los alimentos que deberíamos comer más esporádicamente (carnes, grasas y dulces).

No olvidemos también que los alimentos, además de nutrirnos, también nos aportan el placer del sabor y ¿qué mejor modo de llevar una alimentación sana que nutriéndonos con lo que nos gusta? Actualmente tenemos acceso a una gran cantidad de alimentos con los que podemos llevar una dieta sana dando gusto al paladar, sólo hay que encontrar la combinación correcta.

¡Buen provecho!

sábado, 19 de noviembre de 2011

EL APARATO CIRCULATORIO

Hemos visto que nuestro cuerpo es capaz de moverse gracias al aparato locomotor (formado por los sistemas esquelético y muscular). Para que haya movimiento, los músculos necesitan una serie de sustancias como son el oxígeno y los nutrientes, aportadas por los aparatos respiratorio y digestivo respectivamente. Ahora bien. ¿Cómo llegan estas sustancias a donde son necesarias? ¿Por dónde circulan? ¿Qué aparato o sistema se encarga de este trabajo?
Es el momento de presentar al Aparato Circulatorio.


Podemos considerar el aparato circulatorio como un sistema de bombeo continuo, en circuito cerrado, formado por:
  • Un motor: el corazón.
  • Unos conductos: los vasos sanguíneos: arterias, venas y capilares.
  • Un fluido: la sangre.

El corazón es un músculo hueco, de forma cónica, situado en el interior del tórax, entre ambos pulmones, un poco hacia la izquierda. Está dividido por un tabique en dos partes totalmente independientes, izquierda y derecha. Ambas partes presentan dos cavidades superiores llamadas aurículas y otras dos inferiores: los ventrículos.

El torrente sanguíneo proporciona la completa circulación de la sangre cada 22 segundos, lo que supone un caudal aproximado de 800 litros a la hora.
En un cuerpo adulto hay unos 5 litros de sangre, mientras que en el de un niño o niña hay unos 3 litros.

Hay dos tipos de circuitos de circulación sanguínea:
  • Circulación menor o pulmonar: Comienza en el ventrículo derecho > arteria pulmonar > pulmones > venas pulmonares > aurícula izquierda. Se encarga de expulsar el dióxido de carbono y captar el oxígeno.
  • Circulación mayor o somática: que hace el siguiente recorrido: ventrículo izquierdo > aorta > órganos > vena cava > aurícula derecha. Esta es la que lleva los nutrientes a los órganos del cuerpo.

Para movilizar la sangre y que realice estos recorridos es preciso que el corazón tenga unos movimientos o latidos, estos son: contracción o sístole y dilatación o diástole. El número de latidos del corazón dependerá de la edad, el tamaño y la actividad que se esté haciendo, así un adulto puede tener de 60 a 80 pulsaciones en un minuto mientras que un niño o niña ronda las 80 a 100 pulsaciones por minuto. ¡Y un bebé puede tener de 100 a 120 latidos en un minuto! Cuando estamos dormidos y tranquilos las pulsaciones bajan mucho y cuando estamos haciendo deporte ocurre lo contrario, sube el número de pulsaciones.
Los latidos cardíacos se transmiten a las paredes de las arterias produciéndose, por la presión, una distensión en su pared elástica: esta distensión se puede apreciar al palpar: es el pulso.

El sistema de canalizaciones está constituido por los vasos sanguíneos:
  • Arterias: llevan sangre rica en oxígeno. Se alejan del corazón. Son más gruesas y menos numerosas que las venas y la arteria más importante es la Aorta.
  • Venas: llevan sangre con dióxido de carbono hasta el corazón. Son más finas que las arterias habiendo más cantidad, más o menos el doble de venas que de arterias, siendo la más importante la vena cava.
  • Capilares: son pequeños conductos muy finos donde se produce el intercambio de nutrientes y gases entre la sangre y las células.

La sangre es el fluido que circula por las arterias y venas impulsada por el corazón. Tiene como función transportar oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo y recoger los residuos que generan. Además, también se encarga de mantener la temperatura corporal.
La sangre está compuesta principalmente por:
  • Glóbulos rojos: que transportan O2 y CO2. Están formados principalmente por una sustancia protéica llamada hemoglobina.
  • Glóbulos blancos o leucocitos: son los encargados de destruir los agentes infecciosos.
  • Plaquetas: su misión es cerrar las heridas que se producen para que no se pierda sangre ni entren agentes patógenos en nuestro organismo.
  • Plasma sanguíneo: es la parte líquida de la sangre, en la que encontramos los nutrientes, como proteínas, sales, azúcares, etc.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

EL APARATO DIGESTIVO

Nuestro cuerpo, además de aire, necesita alimento para sobrevivir. Para ello debemos comer regularmente y seguir una dieta equilibrada, pero, ¿cómo aprovechamos ese alimento? ¿de qué modo nuestro cuerpo convierte la comida en un producto que podemos aprovechar? El encargado de esa transformación es el aparato digestivo y el proceso se llama digestión.

Podemos dividir la digestión en cuatro etapas:

  1. Ingesta: es cuando el alimento entra en la boca.
  2. Digestión química y mecánica: a partir del instante en que la saliva y los dientes comienzan a trabajar hasta que sale del estómago.
  3. Absorción: es el paso del alimento desde el intestino a la sangre para llevarlo a donde es necesario.
  4. Excreción: la eliminación de los residuos expulsándolos de nuestro cuerpo.
Así, vemos que todo el proceso comienza en la boca, antes incluso de meter la comida. La digestión comienza cuando empezamos a salivar pensando en la comida.

En la boca la saliva ablanda la comida y empieza a deshacerla en sustancias más pequeñas, la lengua y los dientes ayudan en esa función, por eso es muy importante masticar bien cada trozo y comer tranquilamente (¡pero sin dormirse!). Cuando hemos masticado un ratito, tragamos ese bolo alimenticio y lo mandamos al esófago.

El esófago es un tubo de unos 25 centímetros de largo encargado de llevar la comida desde la boca hasta el estómago. Comienza en la faringe, por lo que está vinculado al aparato respiratorio y para evitar que la comida se vaya a los pulmones en la laringe hay una solapita, como una puerta, llamada epiglotis, que se cierra para evitar que entre comida. Cuando el bolo llega al final del esófago (lo recorre en unos 3 segundos) se encuentra con el cardias, que es la entrada al estómago.

El estómago es como una bolsa muscular en forma de J donde el bolo alimenticio, con ayuda de ácidos y encimas, va transformarse en quimo, que es la papilla que pasar a los intestinos. El estómago, aunque es flexible, tiene una capacidad que no hay que superar. En los adultos es más o menos de 1 ó 1'5 litros (pueden ser más, ¡hasta 4 litros!). Si lo llenamos más de lo que puede admitir, vomitamos. Cuando comemos, tarda unas 3 ó 4 horas en vaciar el contenido al intestino delgado abriendo el píloro.

Tras el estómago llega el intestino, que dividimos en dos tipos: intestino delgado e intestino grueso.

El intestino delgado empieza en el píloro y acaba en la válvula ileocecal. Puede medir unos 6 metros de largo y 5 centímetros de diámetro y está dividido en tres partes: duodeno, yeyuno e íleon. En el intestino delgado el quimo se convierte en quilo, ayudado por los productos que fabrican el hígado y el páncreas, y luego pasa a la sangre al absorberse por las paredes intestinales. Para que sea más fácil la absorción, las paredes intestinales tienen como unos pelitos, llamados vellosidades intestinales, que recogen el alimento y lo introducen en la sangre para llevarlo rumbo al hígado. Pasan cerca de 30 horas desde que el quimo entra en el intestino delgado hasta que el resto llega al intestino grueso.

El intestino grueso es el penúltimo tramo del aparato digestivo. Es un tubo grueso de unos 1'5 metros de largo y 9 centímetros de diámetro dividido en tres secciones: ciego, colon (ascendente, transversal y descendente) y recto. En el intestino grueso se absorben vitaminas y agua y se compactan y almacenan las heces (caca) antes de expulsarlas, lo que puede tardar entre 6 y 18 horas.

La última parte es el ano, que es un anillo muscular que cierra el aparato digestivo, abriéndose para expulsar las heces.

En la digestión intervienen otros órganos, como el hígado y el páncreas, aportando sustancias para degradar y absorber mejor los alimentos. Además, antes de ir a ningún órgano, el hígado filtrará la sangre con alimento que le manda el intestino delgado y luego lo distribuirá donde se necesita.
Aquí tenemos un esquema sencillo de nuestro aparato digestivo.


No debemos olvidar que para llevar una vida saludable y cuidar nuestro sistema digestivo debemos llevar una dieta sana, rica y variada sin abusar de ningún alimento.