El aire es un fluido formado por un conjunto de gases, como el oxígeno (O2) que necesitamos para vivir, el nitrógeno (N), dióxido de carbono (CO2), Hidrógeno (H), vapor de agua y otros gases nobles.
Ocupa un espacio, pero podemos comprimirlo para que ocupe menos, lo que es muy útil para meterlo en bombonas y poder respirar bajo el agua o en el espacio, además de ayudar a las personas que tienen problemas para respirar.
La temperatura influye mucho, ya que el aire caliente ocupa más espacio que el frío.
La temperatura influye mucho, ya que el aire caliente ocupa más espacio que el frío.
El aire cubre toda la superficie de la Tierra formando la atmósfera. No está quieto, sino que se mueve, entre otras razones, por las diferencias de temperatura, ya que el aire caliente tiende a elevarse, mientras que el aire frío baja, y cuando el aire caliente sube, deja un espacio vacío que debe llenarse... ¡con más aire! Así se provoca el movimiento que da lugar al viento.
Para conocer la dirección en la que sopla el viento, usamos una veleta, que nos señala hacia dónde va. Las hay de muchos tipos, seguro que te suena ésta...
Y si lo que queremos es saber la velocidad del viento usamos el anemómetro, que nos dirá cómo de rápido se mueve, midiéndolo en Kilómetros por hora. Además, según la velocidad que tenga (si es más fuerte o más débil), distinguimos varios tipos de viento, por ejemplo, según la escala de Beaufort, hasta los 49 Km/h se llama brisa (¡aunque a esa velocidad ya es bastante molesto!) y a partir de los 118 Km/h se denomina huracán (¡ha habido huracanes de hasta 372 Km/h!).
Es importante mantener limpio el aire que respiramos, para ello debemos procurar no enviar a la atmósfera grandes cantidades de gases contaminantes como los de los vehículos, fábricas, etc.